Un chico de barrio y un tango. Son las 22 del martes 7 de marzo de 1972. La televisión todavía es en blanco y negro. Frente a cámara se presenta Rolando, el taxista. Su simpleza cautiva celosamente a los espectadores, pero es un inicio sin bombos ni platillos. Nadie espera el éxito que viene.
40 puntos de rating, calles desoladas y taxis sin funcionar todos los martes desde las 22. Eso fue “Rolando Rivas, taxista”, la telenovela más exitosa de la televisión argentina, que hoy cumple 50 años desde su primer episodio. “Nunca imaginé que iba a quedar en el inconsciente colectivo de los argentinos”, resume a LA GACETA Soledad “Solita” Silveyra (70), mitad del éxito.
La telenovela fue protagonizada por Silveyra en el papel de Mónica Helguera Paz, y por Claudio García Satur como Rolando. La obra fue escrita por Alberto Migré, autor de otros irrepetibles sucesos de la televisión como “Piel Naranja” y “Una voz en el teléfono”. Es a él a quien Silveyra atribuye la gran repercusión de la historia. “El era el gran protagonista; era un genio. Tenía una pluma única y lo que pegó fue eso: la química de la pareja pero por la genialidad de Alberto. Es inolvidable”, expresa.
La clave
Desde Buenos Aires y con la voz de fondo de sus pequeñas nietas jugando, Solita -como prefiere que la llamen- reflexiona sobre las razones del éxito que atraviesa generaciones gracias a Youtube. “Yo lo viví como un hecho histórico; pero ya no hay más Migré -se lamenta-: fue la primera telenovela que vieron los varones... y creo que eso fue lo que pegó”. La actriz considera que lo que aportó al fenómeno de la obra fue el contexto: “tenía esa cosa barrial, el tango, el taxi... todo era profundamente argentino”, sintetiza.
Pero el camino a los picos de rating no fue fácil. Los primeros episodios no captaban la atención de los espectadores; incluso Migré tuvo que utilizar algunas tácticas para obtener más audiencia: en algunos episodios se subía al taxi una personalidad de la época, que era anunciada semanas antes.
“No era consciente del éxito de la novela hasta que un día fuimos a Córdoba a recibir un premio. Llegamos y estaban esperándonos no sé, casi todos los taxis de Córdoba... eran muchos. Nos subimos a un auto y nos llevaron a pasear por la ciudad. Íbamos saludando como si fuéramos Perón y Evita”, narra aún emocionada. “En un momento lo miro a Claudio y le digo: ‘todo esto no nos lo creamos, porque esto es un momento’. Ahí aprendí lo que era la humildad y que no hay que agrandarse”, advierte.
Irse
En la cumbre y con 36 episodios terminó la primera temporada de la novela. Silveyra eligió no seguir, pero la historia sí lo hizo. Con la trama de un aborto -tema del que no se hablaba en la época- se despidió a Mónica. “Migré me pegó como en la guerra”, dice entre risas la actriz sobre el destino de su personaje. “Jamás entendí cómo me escribió ‘Pobre Diabla’ (telenovela que protagonizó en 1973). Esto es algo que lo debo haber hablado con Alberto, pero no recuerdo ahora. La hizo quedar terrible a Mónica, pero al mismo tiempo, mientras Rolando seguía, yo protagonizaba otra telenovela suya”, recuerda.
¿Por qué decidió bajarse de un éxito semejante? “Se comentaba que yo tenía un romance con Claudio, me sentí incómoda y preferí irme, con todo el dolor del mundo porque adoraba el equipo. Yo me casé a los 18 años y en ese momento tenía 21, había nacido mi hijo mayor... preferí ser cuidadosa”. Y los rumores no fueron del todo en vano: hace pocos años Claudio García Satur confesó que estuvo enamorado de su coequiper durante las filmaciones.
Pero ese no fue el final para Mónica y Rolando. En 1974 se reencontraron los protagonistas en la versión cinematográfica de la novela.
¿Otro suceso así?
Desde 1972 a esta parte son contados los casos de novelas que han alcanzado semejante popularidad, y en los últimos años no se ha registrado un éxito similar. “Ha cambiado mucho la televisión, se puso más énfasis en lo social y no en el relato popular, en ese bar donde se juntaban los amigos de ‘Rolo’ y se cantaba y se hablaba. El romanticismo ese, o el de la novela que hicimos con Osvaldo (Laport, en ‘Amor en Custodia’, 2005) se lo quedaron los turcos”, reflexiona y añade: “se lo agarraron ellos y de ahí salió un gran competidor. Sería muy difícil repetir un éxito así; fíjate que hemos perdido todos los mercados... es algo profundamente doloroso. El mundo cambió, nuestra profesión cambió, las plataformas cambiaron el mundo”
La popularidad
Solita no se arrepiente del camino recorrido y se alegra de recibir muestras de cariño aún hoy por aquella historia. “Han pasado 50 años y el cuerpo lo siente, pero son muchas generaciones las que me han visto; y esa es la popularidad. Una puede ser buena, mala o mediocre, pero siempre una actriz popular, y eso me lo dieron Rolando y todas las novelas que hice”, admite. “Hoy le decía a mi hijo mayor que no me tengo que olvidar que soy una actriz popular. Que tengo algo, no sé si mis sonrisas, mis emociones, o qué, pero algo crea una empatía en la gente, y a pesar de todos los cambios que hay en el mundo, es por ahí por dónde debo seguir”, enfatiza.